Che Pibe…

​¿Cuántas veces nos pasó de querer actuar como adivinos y designar a un jugador cómo posible gran promesa? “Mira lo que es ese 5, va a llegar lejos”, o “ese 4 es de nivel europeo”. Seguro que muchas.

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Después, nos topamos con la realidad: el ambiente del fútbol, la falta de contención del jugador, el lujo tan inminente y difícil de controlar, la joda, la facilidad de acercamiento a la lujuria… Alejan al futbolista de su objetivo, y terminan por liquidar un gran futuro a cambio de un presente lleno de lujos, innecesarios, por cierto. 

Juan Cruz Komar, defensor que hoy juega en Talleres y que salió de Boca, dijo hace unos días: «El mundo del fútbol te pone en una burbuja de la que es importante salir. Por mi cuenta he ido a los barrios, a comedores que han tenido recortes. Hay que buscar la forma de generar conciencia entre los jugadores. Es tristísimo ver cómo viven los chicos que por ahí no tienen para comer. Si no nos metemos, no sabemos lo que pasa y vivimos con lujos que a veces son innecesarios. No comprendo el hecho de cambiar el auto todo el tiempo, comprar todo el tiempo ropa, tener todos los días zapatillas distintas…».

Y seguramente cuando las cosas van mal más nos damos cuenta. Nos da bronca e impotencia que Belgrano le de contención, formación, comida e infraestructura de primera a cientos de pibes y que los pocos que salgan terminen priorizando la noche cordobesa antes que lo que alguna vez fue su pasión. O peor, su carrera. Porque tal vez ese pibe se destaca en el deporte y en otras cosas le cuesta, y sin embargo se descarrila. 

A ellos les decimos, que lo hagan por todos los que no llegamos. Hay millones de chicos que todos los días van con su bolsito a entrenar a distintos campos de todo el país, para algún día estar en su lugar. Sean ejemplo de ellos.

Y si no es por ellos, por la gente: la que te paga el sueldo, la que te aplaude el esfuerzo y que mantiene vivo el negocio (hay que decirlo). 

Y si no te interesa ninguna de las dos, hacelo por vos. No seas gil, y rompela en Belgrano antes de pretender usar el pasaporte.

Texto: Nicolás Leoni