Por fin.

Tanto tiempo esperamos esto. Tantos rumores, tanta gilada, tanto «PERIODISTA» vendehumo, que hasta tenía que aclarar que no estaba tirando fruta… Pasó de todo. Nos alegramos, nos pusimos tristes, perdimos toda esperanza, y la recuperamos al cabo de un año que nos volvió locos. ¿Estuvo cerca en enero? Sí, quiso venir desde comienzo de año. No pudo. ¿Y ahora?

El Mati hizo todo para venir. Dejó una vida hecha y comodísima en uno de los países con mayor nivel de vida del planeta, para venir de vuelta a sus raíces. Dejó el glamour del mal llamado «primer mundo» para estar cerca del lugar que lo vio nacer. Y nosotros, esperándolo como si fuera lo único en este mundo, lo recibimos con los brazos abiertos, un café bien caliente, la ropita lista y todo el amor del mundo.

Yo me acuerdo de vos. Flaquito, muy habilidoso. Mediapunta, segundo delantero, que se yo. Un distinto. Animal. Puro talento. Fútbol en su máxima expresión. Que alegría que me das por volver.

El fútbol está lleno de pendejos millonarios solo interesados en tener el jopo peinado y el mejor contrato con Nike o Adidas. El Mati vino PAGANDOLE a su club para venir. No solo resignó, puso, perdió muchísima plata. Solo por amor. Y eso, te soy sincero, me emociona más que cualquier cosa. Te repito, podría seguir cómodo en la indiferente liga belga siendo el mejor jugador todos los años, firmar un par de contratos por año de publicidad y vivir tranca. Pero se vino de nuevo, pagó lo que debería haber puesto el club que pretendiera contar con sus servicios y lo logró.

Pido encarecidamente lo aplaudamos, muy mucho, con mucho amor y agradecimiento, porque Belgrano hoy tiene en su plantel al mejor refuerzo de la temporada. El sueño se está construyendo.

Gracias Matías, te prometo que vas a ser muy feliz acá. Vale la pena intentarlo. Vamos bien alto.

#LBDTW